Is that all there is?
Tengo que confesar que tras varios días he decidido que en reemplazo de mis adorados Boston Light -que en paz descansen- empezaré a fumar -renuente- Marlboro Gold. Con el mismo espíritu debo confesar también que aveces quisiera llevar vidas ajenas, no en mi piel, si no en la piel ajena. Ha sido un largo camino el de darme cuenta que no podré llevar nada más y nada menos que mi humilde vida, que no tomaré caminos que no son míos, ni atajos que no me corresponden. Pienso en las meditaciones de Fernando Gonzalez:
"La vida no es mala ni buena. ¡Pero yo quiero! Quiero gustar todos los dolores, placeres, melancolías y tristezas; quiero navegar sin rumbo fijo; quiero inventar nuevas bebidas sutiles para mi corazón ... Esto que siento es la tristeza infinita de ser de un modo; de no poder gozar todas las filosofías, todas las bellezas, todas las tristezas".
Hago estas confesiones con el estómago vacío y con el hígado activo. Han sido años de sufrimiento, de golpes en la pared, de arrancarme el cabello y dejar sangre en las uñas los que me han conferido este pedazo de conocimiento. El saber de que no puedo ser todo en el mundo, ni ser quien yo "quiera", soy quien soy y a lo mejor llevaba años alejándome de la simple tarea de escuchar con honesta voluntad qué pedacito de esta tierra me toco, quién en el mar de almas que conforma El Todo me toco ser. Ahora, si bien no hay más sufrimiento al rehabilitarme del artificio -tan bien como me lo permiten mis presentes herramientas- solo queda una enconada resignación, la que me susurra al oído que no todo lo que brilla es oro. Hace unos días una amiga que trabaja el oro me dijo que hay algo profundamente animal en ella que se estremece al ver el oro, como si fuera un duende avaro. Pues así me sucede con la vida, la vida me brilla y me hace ojos, soy tan adicta a la vida como en otros momentos lo fui a la droga ya al sexo. ¿Cómo puedo resignarme a mi pedacito de vida cuando hay tanto que vivir por fuera de mi?.
Mientras avanza Diciembre como una brisa que enjuaga todo lo que creí querer, lo que si quise, lo que soñé y se cumplió, lo que nunca imagine, me pregunto qué buscó de ahora en adelante. Qué partes de mi vaciare para llenarme de nuevo; y así eternamente hasta el día que muera. En el 2026 cumplo 27 años, una edad definitiva para las personas sensibles. ¿Haré todo lo posible por vivir o le danzaré al vacío hasta que me engulla? es difícil saber y al mismo tiempo probablemente viva hasta los 70 y tenga hijos y luego nietos y el día que muera sana y vieja, saciada de la vida pensaré en mis 27 años y me preguntaré si realmente valió la pena sobrevivirlos. Probablemente si valga la pena. Sin embargo, ¿no fue Peggy Lee la que dijo:
When that final moment comes, and I'm breathing my last breath. I'll be saying to myself: "Is that all there is? La Magnolia, Envigado.
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