¿cómo puedo saber cuando ya pasó?

Siento un relámpago en el pecho, como si toda mi vida hubiera cambiado de la noche a la mañana, como si se hubiera convertido en un animal que no existe. El ritmo que he escuchado a lo largo de mi vida cae por un precipicio, como una cascada. Me da miedo decir que tengo miedo. No es miedo al cambio que se ve venir o se anticipa, si no, el cambio que sucede sin permiso, el cambio inevitable. 

Las palabras me fallan, no leo, no escribo, me expreso en palabras cortas, silencios, gesticulaciones. Ayer mientras estaba durmiendo con el hombre que amo, después de que me contará una historia trágica traté de hacer lo que hacía cuando era más pequeña con mi papá: Inhalar todas sus preocupaciones, transmutarlas en mi pecho y exhalarlas al aire como partículas nuevas que formaran parte de algo más, lejos de nosotros, lejos de nuestros sueños. Ese pequeño "detalle" es una empresa muy peligrosa porque si no se es lo suficientemente fuerte simplemente se absorbe el dolor ajeno, y si no se transmuta se anida dentro de uno como un pájaro podrido. Antes era más fácil. 

Hace unos meses le compartí mis miedos a esta persona, recuerdo decirle que me daba miedo no ser hermosa. Es un miedo frívolo. Aveces pienso que no es miedo lo que tengo, tal vez es anticipación, desespero, pero el desespero solo viene cuando uno se niega a lo inevitable como por ejemplo, la vejez y la muerte. Pero, ¿qué pasaría si tengo miedo? ¿qué podría hacer? me siento lejos de todo lo que he estado cerca, lo que creía saber, lo que pensé que quería ser y hacer. ¿Estoy en el camino? o ¿estoy en otro camino y debo de seguir caminando hasta llegar de nuevo al mío?.

"Conserva el camino y el camino se encargará de cuidarte"

Recuerdo cuando aprendí a rezar. Nunca desde que empecé he sido capaz de mantenerme despierta, siempre a la mitad de una oración, a la mitad de un agradecimiento me quedo completamente dormida. No recuerdo qué le pedía a Dios cuando estaba pequeña, supongo que le pedía que mi mamá no se muriera, era lo único que me importaba en esa época. Mediante fui creciendo le pedía que me devolviera la cordura, que me hiciera dejar de llorar, que me quitara la tristeza. Recuerdo particularmente cuando tenía 14 años, le pedí que me diera una enfermedad fulminante, que me hiciera sufrir y que así le quitara todo el sufrimiento al mundo. Hoy en día es más simple y tal vez por eso es más complejo, no son pedidos desesperados, son confesiones que solo le puedo hacer a un ser invisible, no porque sean terribles si no porque solo en esos momentos soy capaz de componer ideas que se asemejen a lo que siento. Me temo que las palabras no me sirven de la misma manera, me cuesta leerlas, me cuesta usarlas. Últimamente solo puedo comunicarme con miradas, pero solo con quien me mira a los ojos, pocas personas me miran a los ojos. 

No me siento sola, tampoco desesperada, me siento dentro de una ola, esperando a que pase. No me voy a ahogar -eso esta claro-, pero ¿y si me quedo viviendo en el mar? la única persona que puede decidir salir del agua soy yo ¿cómo puedo saber cuando ya pasó? 




Comentarios