Con Jesus resucitado pienso: Que dolor de güevas.

Me encanta el olor a madera quemada, me trae una memoria de la que no me acuerdo. Hoy leí unas preguntas que se hace el inconsciente cuando alguien muere: ¿Dónde está? muerto -dije- ¿cuándo le volveré a ver? Nunca -conteste-. Lo dije en voz alta porque nadie le enseña a uno a que se le muera la gente, posiblemente sabía todo esto pero si no se dice en voz alta uno hasta el loco se hace. La mamá de mi mejor amiga me mostró un poema de Jaime Sabines, dice cosas como las siguientes: 

Espero curarme de ti en unos días.
Debo dejar de fumarte, de beberte, de pensarte...
¿Te parece bien que te quiera nada más una semana?
No es mucho, ni es poco, es bastante...
Una semana más para reunir todo el amor del tiempo.
Para dártelo. Para que hagas con él lo que quieras:
guardarlo, acariciarlo, tirarlo a la basura.
No sirve, es cierto. Sólo quiero una semana
para entender las cosas. Porque esto es muy parecido
a estar saliendo de un manicomio para entrar a un panteón.

El poema es un poco más largo, pero en lo que a mi respecta, lo anterior son las oraciones más importantes. Hoy me desperté tarde, normalmente y Dios mediante me despierto a las 6:30 am, eso me da 2 horas y media para roncear, tomarme el tinto, bañarme, desayunar. Pero como últimamente me mantengo en la calle se me dificulta sobremanera madrugar, pero bueno, hoy me desperté y me paré en el marco de la puerta de la terraza y en el árbol de la esquina habían dos gavilanes apareándose. ¿Qué significará? escribí en mi diario. Estaba pensando en un hombre, pero no le di mucha importancia porque ya estaba tarde para el trabajo. Ya caída la tarde vuelvo y pienso...

...

Todo eso fue ayer, hoy matan a Jesus, hoy es hoy. Me tuve que bajar de mi casa a la tienda de la esquina porque el calor me estaba haciendo ver unas visiones muy extrañas. Así que acá estoy, un tinto y una costeñita después reflexionando acerca de nuestra relación con Dios. Es raro que un ser que busca la paz moleste tanto a los hombres, ¿por qué la paz es tan incomoda? ¿qué del caos nos parece tan delicioso que matamos al hijo de Dios para que no nos lo quite?

...

Todo eso lo escribí en semana santa, ya hoy con Jesus resucitado y el mundo con la panza llena de ocio pienso: Que dolor de güevas cuando uno siente el pecho ardiendo, cuando todo lo que uno quiere, por más de que se ponga en los pies de la virgen, se diluye como un suspiro en el viento. Ahora solo me cojo el pecho, como si algo se fuera a salir, o si algo quisiera entrar. Estoy desesperada, perezco un animal buscando huesos en el bosque.

Quisiera estar más cerca, menos lejos, cerca de ti y de lo que no se, que es básicamente todo. Conocer a alguien es un acto de infinita bondad, de coraje, dejarse conocer, si es que uno lo hace de verdad es ver una imagen reconstruida con los dedos de los ojos del otro. Y aún así, ¿qué tanto nos conocemos a nosotros mismos? y así mismo, ¿qué tanto podemos llegar a conocer al otro? si somos -en nuestra mejor forma- materia que nunca se solidifica. Pero no solo pasa con las personas, me entra un desespero terrible al pensar en todo lo que no se, todos los libros que nunca leeré, ese pedazo de conocimiento que se me escapará toda la vida sin importar cuanto sepa. "La distancia es el olvido" dicen Los Panchos, se puede interpretar de muchas maneras, por un lado la distancia lleva al olvido o por el contrario, solo hay distancia si hay olvido. 

En estos días escribía en mi diario, "He sido una criatura, una bestia enorme a tu lado y al mismo tiempo me he acurrucado en tu regazo, exponiéndote el cuello rezando para que no me muerdas, rezando para que no me mates". Me gusta ser quien más ama, la persona que se expone en corazón abierto. Amar me recuerda a la herida de escopeta que tenía mi primo cuando yo estaba pequeña, ahí callada y caliente, llena de sangre, de vida enredada con plomo. 
Aveces también me gustaría ser menos dramática, pero es que tengo unos sentimientos y unas sensaciones tan fuertes que solo las palabras y sus colores me dan refugio, ungüento para piel quemada. 

El domingo mientras caminaba por el puente de la 4 sur con mis amigos, con un hombre hermoso al lado pensé en la vida, como todo esta tan vivo al mismo tiempo. Es un pensamiento recurrente, me congela el saber todo palpitante. Que todo tenga un ritmo, hasta la forma más densa de la materia. Y pasaban los carros por debajo, alumbraban las luces del puente arriba, y entre risas y sonidos de la calle me sentí linda, tierna, pequeña. Amo escuchar la risa de mis seres queridos, especialmente la de mis amigos, siento que somos una generación de personas con un mundo interior extraño, complejo, lleno de buganvilias hermosas, enredadas, miedosas. Me gusta verme en ellos, ver como corren, ríen, disfrutan -a pesar y- con todo lo que tienen adentro. 


Comentarios