La ciénaga
Los cuervos croan? cómo se llama el sonido que hacen? No lo voy a buscar. Hoy me desperté con unas ganas impresionantes de comprar El Paris Review. No estoy segura de por qué, pero de repente me apetece tenerlo en las manos y en mi biblioteca. Hoy amaneció profundamente nublado, no se distingue nada entre las nubes pero parece agradarle muchísimo a los cuervos porque hace días -muy soleados- que no los veía. Ayer fui a ver La Ciénaga de Lucrecia Martel en Metrograph con mi amigo Gabriel. Fue una tarde muy tranquila camine de mi casa al metro y de la estación al cine, no hacía sol ni lluvia, no había temperatura y todo estaba relativamente calmado, exceptuando una que otra fiesta del fashion week, algunas muy evidentes en la mitad de la calle y otras tras puertas visibles solamente a los ojos invitados. Bueno yo para ser honesta y sin amargura en la lengua digo que no me importa fashion week en el sentido de agenda social, me causa amargura en el estomago caminar y ver a las personas con la nariz en punta mirando para abajo a la gente que está tratando de comprar un carton de leche en el Deli de la esquina, es muy feo. Ahora, si me invitarán a un desfile ¿a qué desfile iría? no se en este momento. Tal vez a un Marc Jacobs solo por verle la cara, pero la lista de invitados me da el ick así que de pronto no. Vivienne Westwood por Andreas Kronthaler, pero y qué me pongo? Unos Jeans, camiseta blanca y unas chanclas seria de mal gusto? Ultimamente no me apetece mucho vestirme demasiado, me da tanta pereza estar incomoda, llevo usando las mismas havaianas negras con la bandera de Brasil todo el verano; con vestidos, con jeans, shorts, con ropa de $1, con Vivienne Westwood, con Paloma Wool, en la casa con solo ropa interior. Hay unas chanclas de The Row ($900) divinas que podrían remplazar estas - que tengo puestas en este instante- pero pues no me alcanza. Volviendo a la película, amo La Ciénaga y no me explico cómo Lucrecia la hizo tan bien, es una película profundamente salvaje desde lo naturalmente caótico no hay embelesamientos, ni poesía, no hay un salpicon de desiciones creativas, es lo que es y como por arte de magia es profundamente hermoso. Luego debía tomar una decisión ir a una fiesta de despedida -porque al parecer todo el mundo todo el tiempo se va de Nueva York, entonces siempre hay una fiesta de despedida- o irme a mi casa... Al terminar de comerme las quesadillas que me hice mientras veía Drag Race España, me hice un agua de calendula y manzanilla para echarme en la cara antes de dormir. Con los dientes lavados, el cabello suelto, la cara fresca y la piyama puesta empece a tomar la segunda decisión de la noche: The never ending story de Michael Ende, Trust Excercise de Susan Choi -me lo presto mi amigo Jacobo después de que hace unas semanas me queje de no tener libros para leer-, o Franny and Zooey de J.D. Salinger -préstamo de Gabriel-. Me decidí por The never ending story porque es un compromiso y lo quiero terminar. Cuando ya todo eso había acabado y por consecuente el día también, en la mitad de la noche me despertó una idea terrible: en unas semanas no voy a poder ir a Black Star Vinyl, ni ver a mis amigos. Abrí los ojos como platos, pero decidí volverme a dormir.
Brooklyn, New York.
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