Pues por qué no? En Coney Island al atardecer?

Indulgencia. En el animo, en las acciones, en el amor. Sentada en el lugar que trabajo, esta vez como cliente, me ataca la melancolía y la tristeza, los vientos frescos empiezan a llegar a la ciudad y con ellos la despedida del verano se ve en el horizonte. Vine con el verano y me voy con el verano. En una conversación casual dije que me iba en un mes, como si nada, ya que aún falta tiempo y cuando hay tanto tiempo de promedio uno no puede tomarlo muy en serio, y cuando la muerte es el cazador cualquier plan es inútil e inoportuno. Pero para las personas a mi alrededor ya es un hecho -y lo es- pero veo en sus caras  el reflejo de mis sentimientos de tristeza, la misma tristeza que da cuando cuando el verano empieza a ceder. 

Me mantengo centrada, aludiendo a la impecabilidad en mi día diario, sabiendo en el fondo que todo esta pasando como tiene que suceder. Anoche me vi Ramen Girl de Brittany Murphy, me vi enfrentada a algo así como mi historia donde el pecado es: no saber ni tener muy claro, y aunque la persistencia no este en el hacer, esta en el buscar. Trato de no estirar tanto el presente para poder tocar con la punta del dedo el futuro. Pero hay días como este en el que contemplo mi vida y temo. 

He enviado hojas de vida a todos los lugares que he querido, sin recibir respuesta alguna. Cuando veo mi hoja de vida me lleno de temor y al mismo tiempo una gran admiración porque soy buena en lo que hago, y se que tengo la capacidad de responder a cualquier reto. Pero ¿es evidente para mis empleadores?

Me siento cansada y con sueño, y seria una gran indulgencia pararme de donde estoy e irme a dormir. No lo hago. Me siento, pienso y escribo hasta que algo haga click, hasta que esta sensación de neblina se disipe y pueda continuar con mi vida. El miedo y la confusión son normales, debo aceptar con humildad todo mi ser. Bueno y malo. No todo se puede abandonar, chapotear y dejarse tirado. 

Siento que mi buen animo y dedicación son  como un mal amante, una erección fugaz. El que lo da todo al principio solo para quedar flácido a los 5 minutos. Ser consistente, tener dedicación y atención es mi reto.

...

Ese día cerré mi computador, y llego Gio, le propuse que tuviera una aventura conmigo. Me dijo que no podía porque tenía 3 compromisos: El primero comer hongos, y los otros dos no importan. Así que una mano y voz invisibles salieron de mi y le dije que me diera por lo menos un hongo. Me lo trague y me despedí. Ese día lo pase leyendo Tales of power de Carlos Castaneda en el parque, bajo el sol, comiendo frunas para evitar la agriera que me dan las drogas. Al otro día, fui a Coney Island con Gio -en reposición de la aventura que quería tener- Y después de una hora en el tren me ofreció otro hongo. Yo lo pensé por un segundo -¡será?- Pues por qué no? En Coney Island al atardecer?. Al llegar el Cyclon estaba cerrado por mantenimiento. Así que comimos hamburguesa y camarones en el muelle, acompañados de dos cervezas y un bareto. 

Después de dos días de hongos y la terminada de mi libro de Carlos, fui un ser iluminado. Fresco como una brisa, que no para y no se acelera. Hoy escribiendo solo tomando café porque me gaste la plata de los cigarrillos en pizza me hago preguntas, y no se si me engaño. No estoy segura de qué soñé anoche pero un mensaje fue claro: No seas tan dura contigo misma. Así que hoy me rindo ante lo que sea de mi que quiera vivir en mi, cojan todo y hagan una fiesta de mi, porque prefiero ser un ser humano completo y caótico a una lajita de ser humano editado y mutilado. Pero para el que me lee, si es que me lee, dejo una pregunta:

¿Cómo lustrar el espíritu y al mismo tiempo transitar emociones, experiencias sin ser indulgente pero al mismo tiempo sin ser hiper-vigilante y por ende suprimir partes del ser? 


Nota editorial: Me termine Tales of power y The teachings of Don Juan de Castaneda, libros que me han criado mientras vivo en Nueva York. Me prestaron Lo que No Tiene Nombre de Piedad Bonnet, me destruyo y me contruyo 10 veces, creo que cualquier persona que este pasando por un duelo debe de leer ese libro y reflexionar cómo ha expresado el profundo dolor de perder un ser amado. Me leí, The Queens Ball de Raúl Damonte Alias Copi, este libro me encontró un día en East Village, buscando ropa de diseñador de segunda que no compre. Me lo devore por el la elegancia de sus palabras combinado con lo absurdo y lo extraño de sus sueños de fiebre. Esta semana compré una colección de cuentos de Yasunari Kawabata, que no me encanta pero tampoco me mata. Y otra colección de cuentos de Izumi Suzuki, cuentos de ciencia ficción y estrógeno adolescente.

Brooklyn, New York.


Comentarios