The rise and fall of Ziggy Stardust and the spiders from mars
Desde que termine de leer el viaje a Ixtlán me siento un poco abandonada, más que eso, me siento sola y sin guía alguna. Hace dos días cogí mi bajo animo, una sabana rosada, una botella de agua, un paquete de Mini Chips y me fui para Central Park a terminar de leer una vez más El Viaje A Ixtlán de Carlos Castaneda. Me puse mi vestido favorito y camine de mi casa al metro, del la línea M a la línea 6 y camine desde la estación de la calle 77 hasta el parque. Decidí antes de sentarme a leer ir a "Alicia en el país de las maravillas" un monumento/parque/lugar donde ahora solo se toman fotos; a observar gente, a ver a Alicia, a hacerme preguntas sin respuestas mientras las hormigas me caminaban por todo el cuerpo y yo las ponía a salvo en la banca solo para que repetidas veces bailáramos el mismo vals.
Quería yo también una foto, pero la quería en mi cámara de rollo y la había dejado en casa, quería una foto porque tenia mi vestido favorito, tengo 25 años y vivo en Nueva York. No tengo ninguna foto mía acá, nada que pueda poner en mi album familiar para mostrarle a otras generaciones o a mis amigos que en un momento de mi vida me vi de cierta manera, mientras pensaba ciertas cosas, en un lugar especifico, en tiempos complicados... Así que desistí -por ahora- y fui a la vuelta de allí, busque un lugar de reposo que se sintiera en paz. Lo encontré debajo de un árbol grande enfrentado por el sol que atardecía. Solo me faltaban 2 capítulos, así que como el que no quiere que se le acabe la comida, leí entre despacio y rápido.
He repetido este libro varias veces desde que hace 3 años se lo robe con permiso a mi ex-novio. Tiene las hojas curtidas, esta resaltado y anotado, pero más que eso retiene no solo todas las versiones de mi que lo han leído si no también las versiones de él que un día lo leyeron. Así que lo hace especial. Pero más allá del sentimentalismo amo el libro porque me pone en mi lugar.
Alguien me dijo hace unas semanas que uno tiene 2 perros en la cabeza, uno es el perro de arriba que con rabia, desdén e impaciencia inflige dolor, pena y desesperación con su ladrido; Y el de abajo que es un perrito chillón, que esta a merced del mundo como hoja en el viento, y cree que todo le pasa a él, "pobrecito yo". Leer el viaje a Ixtlán me ayuda a mantenerme en una cuerda media de divina indiferencia. Y ahora que lo termine he vuelto un poco a mis viejas cuerdas, canciones que ya he tocado, canciones de las que ya estoy cansada.
Ayer me vi "Restless" de Gus Van Sant. La película antes de todas las películas de amor antes de la muerte -No realmente, pero me parece la más sofisticada del genero-. Al verla no pude evitar pensar que vivo como una persona inmortal, como si tuviera el resto de mi vida prometida y hubiera tiempo para matar. Tiempo para dudar y sentirme culpable, tiempo para sentirme como el ser más importante. Esto no lo hablo desde un tono productivo capitalista, es más un estado del ser que hay que lustrar y lustrar. Evolucionar com un animalito cósmico.
Empece a leer un libro de Rafael Bernal, "His name was death". Este libro me lo presto mi amigo Gabriel después de que un día en la playa con una micro dosis encima me lo describiera y yo necesite inmediatamente leerlo, así que -semanas después- en la celebración del 4 de Julio en su casa me lo presto. La descripción hasta ahora va algo como así: Un hombre desprecia con cada hueso de su cuerpo la humanidad, así que se adentra en la selva a emborracharse y alimentar sus sentimientos de furia. A pesar de todos esos sentimientos él dice que lo único que lo molesta realmente son los mosquitos. Que le chuparan la sangre, pero especialmente el sonido que emitían. Después de varias noches en vela, empezó a estudiar los sonidos y comportamientos de los mosquitos; este apasionante proyecto lo hizo dejar la bebida y le gano un nombre en las comunidades indigenas que vivían en el centro de la selva como él. El punto es que este man básicamente encuentra un estado de iluminación enorme y describe como se comunican los mosquitos y aprende a hablar su idioma a través de una flauta con notas especificas. Ahí voy en el libro. Es como un sueño de fiebre. Que como todo en la vida me puede simplemente entretener, o educarme, o señalarme y en el peor de los casos ahondar la psicosis que de cuanto en cuanto me creo.
Para terminar en una nota más amena, ayer mientras caminada por BedStuy encontre a un señor que estaba vendiendo cosas en su stoop. Discos, vinilos y cassettes. CASSETTES $2 EACH. Con mi poca menuda que fue suficiente, me compre uno de Elvis y sus grandes éxitos, en conmemoración a que se iba de soldado a Alemania; y uno de David Bowie "The rise and fall of Ziggy Stardust and the spiders from mars".
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