Da pena, huele a splash de Victoria Secret y sudor de colegio.

No hay nada que me apasione más que una historia. Algo simple, honesto y puro. Esta semana la empece con la imposibilidad de la honestidad, viendo y reaccionando al mundo como si este fuera un simple objeto que refleja todas las posibilidades de una vida que yo no me doy. Es como ser ciego, no ver, ni sentir. ¿quién me creo para tratar al mundo como esclavo de mi vanidad y falta de existencia? 

Hablar con personas se transforma en hablar con la parte de mi que sabe algo, besar a alguien se convierte en un beso conmigo misma y la posibilidad de un poder a través de la pasión, percibir la belleza de algo y reconocerla solo le regala  atención a mi propia capacidad para observarla y por ende me hace hermosa. "Eres inteligente y te gusta hablar conmigo" debo de ser inteligente entonces. "Eres talentoso y te gusta pasar tiempo conmigo" debo por ende ser talentosa. 

He usado y utilizado el mundo a mi alrededor para crear un reflejo, una forma ajena a mi que requiere constante validación para poder mantenerse solida, para no disiparse como un reflejo en agua turbia. Eso me hace profundamente accesible, hace que toque al mundo con manos y pies y lo use y transforme a al son, gusto y disgusto de una mascara de reina de belleza. 

¿Cómo cambiar la manera en que me relaciono con las personas y el mundo después de tantos años de practica y reacción automática? La semana transcurrió. Fui a eventos de revistas, conciertos y bares, me reí, me preocupe, fui en búsqueda de libros, trabaje en la tienda de discos, hice fotos... Una semana llena de interacciones que disfrute desde un lugar totalmente vacío de posición. Una pagina en blanco que su único pecado es no tener contenido.

Por un lado deje de ser sobrecomplaciente que era mi herramienta más preciada para ser amada. Por otro lado cada que en mi cabeza había una voz ajena describiendo mis bondades o incluso mis defectos la reemplazaba con la mía. Luego, cada vez que una situación empezaba a dictar cómo me sentía tome responsabilidad de mi vida, de lo que digo, lo que hago, lo que pienso y siento; automáticamente la responsabilidad se tornaba en poder, validación, agencia. Como si mi cuerpo (la pagina) se llenara de algo que me hace más robusta, más pesada, solida.

Creo que la única razón por la que he forzado una "buenura" que es honesta y la he transformado en una obra de teatro, es porque también he sido una mala persona y me lo han dicho, y yo sabiéndolo verdad en el fondo lo he negado apelando a mi buen corazón en esencia y falta de intención. 

Soy una buena persona y también soy una mala persona. Me siento en paz con ello. Soy conscientemente lo que soy. Es lo que es como es. 

Ahora, todo esto no es serio, es importante, más no serio. Es el residuo de una adolescencia larga, adolescencia que empieza a terminar. Caen las ultimas hojas antes de que nuevas flores florezcan. 

Es difícil darse cuenta cuando las cosas que en algún momento sirvieron un propósito son obsoletas, infantiles y dañinas en el presente. No se puede arrancar uno esas partes, más si -tal vez, no se- procurar que crezcan con uno. Y así me doy cuenta, al final de esta historia, que es honesta y pura en su naturaleza, no pretende, no miente, no encanta. Molesta, da pena, huele a splash de Victoria Secret y sudor de colegio. 

Quiero poder en algún  momento de mi vida contar historias así, hacer películas, escribir libros, hacer revistas que huelan a lo que son, que se vean como se ven...

Brooklyn, New York.



Comentarios