...Su lectura es prohibida bajo pecado mortal.

Hoy empece a prepararme el café con poca agua y poco café, a ver si mis días los puedo pasar sin la presión en el pecho que me hechiza y me desestabiliza. El resultado fue un café simple, agua de media como le dice mi papá, que aunque no romperá mi pecho rompe mi espíritu. La terraza de mi apartamento es un rectángulo encerrado por dos edificios a los lados y un tercero en el frente, es decir que mi vista es un rectángulo  de cielo azul por el que pasan los aviones que van para el JFK, desde aquí fumo, escribo y me tomo el simple café que me chicanea su capacidad de ser simple, su capacidad de ser como es sin agitarse o juzgarse, capacidad que es alienígena para mí pues siempre estoy tratando que arreglar algo dentro de mi que no está ni roto, ni mal, una obsesión que aveces acierta y la mayoría de veces me corta.

Esta semana no me han llamado a trabajar del café eso me ha dejado con mucho tiempo libre para pensar, tiempo con el que no contaba, ya que la semana pasada, según yo, el éxito había llegado a mi vida y todas las pesadillas y monstruos  que me habían perseguido habían sido slayed por mi tiempo ocupado en mi futuro. Pero esta semana me siento como un actor sin trabajo, alguien que pretende tener una vida como trabajo y cuando no lo tiene debe pasar su tiempo en una cotidianidad evadida. 

Cada mañana trato de estar en paz con lo que digo, con lo que siento, lo que soy y lo que hago. ¿qué más podría  hacer? no voy a sucumbir a un tormento innecesario; si es que el tormento no soy yo tratando de hacerme hacer cosas, como ese episodio de Tom y Jerry en el que Tom es una niñera y obliga al bebé a tomarse muchas cucharadas de jarabe. Para evitar esto y mucho más decidí que hoy voy a ir al salvation army y voy a comprar platos. Comprar el pocillo de San Valentin trajo suerte a mi vida así que como el que no quiere la cosa me voy a comprar una vajilla completa. Antes de mi siesta matutina me dije que no había nada malo pasando, que todo estaba bien y que aún tenia salud, comida y techo. Y aunque profundamente agradecida me pregunte si querer más seguiría torturándome o si por lo contrario algún día adornaría mi vida y la llenaría de paisajes y animales nuevos. 

Por fin termine uno de los dos ensayos que debo de escribir, termine el de Fernando -González-, aprendí que las razones que me hacían amar su trabajo eran puramente espirituales y que su real impacto, es decir en el mundo material fue al mismo tiempo su tormento. Este hombre estuvo vivo, camino el mundo desde 1895 hasta 1964, 69 años de los cuales 40 o tal vez más fueron años llenos de rechazo y censura. Por dos razones: La primera, por tomarse el tiempo de construir un pensamiento critico y no solo eso si no construir su mundo interior, sus posiciones sociales, políticas y filosóficas y nadie en Colombia, mucho menos en Antioquia -ni ayer, ni hoy- debería tener tanto tiempo libre, porque si tiene tiempo para pensar significa que no esta contribuyendo a la maquina industrial Antioqueña. La segunda, por escribir y discutir sobre la pobre posición del hombre antioqueño frente la vida y el mundo, por analizar y cuestionar los poderes politicos y mafiosos que han construido nuestro país  a punta de bulldozers, paredes grises y humo. Para luego estúpidamente parar el ferrocarril -pero eso es una discusión  para otro día-. El momento en el que sentí que realmente este hombre fue un Jesus fue cuando leí el decreto de un arzobispo leía después de cada misa, decreto que dice así: 

"El libro del doctor Fernando González, “Viaje a pie”, está vetado por derecho natural y eclesiástico, y por tanto su lectura es prohibida bajo pecado mortal. El presente Decreto será leído en todas las iglesias y capillas de la ciudad arzobispal y publicado por la prensa para conocimiento de los fieles. Dado en Medellín, a 30 de diciembre de 1929".

Poco queda por decir más que parte de un nido de pájaro acaba de caerme al lado. Lo tomare como señal de silencio. 


Brooklyn, New York.

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