Cronicas de una muerte anunciada

Hace muchos meses veía a mi perrita Mia -una cocker spaniel dorada de 13 años. Creída, elegante, mal criada- y pensaba que no viviría mucho más. ¿Cuánto más vivirá Mia? me preguntaba y seguía con lo que fuese que el día trajera. Así que cuando hace un mes le diagnosticaron cancer no fue una sorpresa, psíquicamente una parte de mí sabía que mi cocker de la infancia, la mascota que había sido mi compañía cuando mis padres nunca lo fueron iba a morir. 

El mes pasado tuve una sinusitis al mismo tiempo que mi perrita princesa tenía una infección debido a una esterilización aparentemente mal hecha. Las dos compartimos mi cama y tomábamos medicina al mismo tiempo, mientras mi mamá nos contemplaba. Al mejorar y sanarnos como por arte de magia, Mia empeoró y Courtney mi bulldog se intoxico en el parque por comerse una pata de marihuana. Después de todo un mes de estar cada 2 días en el CES del escobero con una, con la otra llego la semana de la víspera de navidad... Y con la navidad llego la muerte de mi perro de la infancia, Mia la glamurosa murió con su pancita abierta, sus músculos pudriéndose y muerta de dolor en un hospital que no era su casa. 

Al otro día tenía un matrimonio, EL matrimonio, El evento social "del año". Justo se tuvo que morir una parte de mí para despertar de un ensueño que me venía envenenando hace meses: "la vida social" después de meses de trago, calle, ketamina y conocidos a los cuales no les podría importar menos mi vida me desperté de un transe, una virosis, enfermedad que aqueja a todxs mis conocidos en la ciudad de Medellín. Después de pasar días en tristeza extrema por fin empiezo a sacar la cabeza. O algo así, me invaden ansiedades como si fueran mosquitos, quiero una vez más borrar todo de mi vida e inventarme una nueva, con un nuevo nombre, una nueva razón de vivir pero ¿estoy acaso demasiado grande para hacerlo? 

 

La primera parte de esta entrada la escribí antes del nuevo año, condenada a una tristeza profunda peor que un cancer. Sin embargo, el tiempo pasa y hasta las memorias sanan. Mia es una princesa en el reino de mi espíritu y cada día su imagen sana y se convierte en mi niña de nuevo. 

Este año me siento mejor, siento como una parte de mí murió y otra parte de mi crece y se expande.  


Envigado, Antioquia.


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