Un payacito trapecista haciendo equilibrio en una balanza




He tratado de escribir justo como lo hacia antes, solo para mi. Pero el fantasma de los otros siempre me asecha y yo como simple presa me dejo devorar. Una bestia que solo se come el espíritu y te deja la cabeza. 

Pero ¿A quién quiero engañar? ¿A mí? Todo esto es mi responsabilidad, en qué momento mi vida empezó a ser -una vez más- una manifestación de lo que los otros quieren o por lo menos de lo que yo creo que quieren. Ayer leí algo que decía: "¿Estas buscando paz o reconocimiento?" y la respuesta fue clara, vergonzosa. No condeno el reconocimiento o que la gente viva por el. Es más que no es lo que me interesa en esencia.

Este año empece a crear o a plantar una vida profesional, de la cual -aunque a penas vislumbro un comienzo- me siento muy orgullosa. Esto vino de un sacrificio, debía poner de lado muchas creencias que aunque paz en el alma no me permitían participar en el desarrollo de mi vida material. Sacrificios, casi como comprar algo pero con algo mucho más valioso que el pobre dinero. Ahora voy buscando dónde empeñe esa parte de mi ser a ver si la puedo volver a obtener. 

Porque últimamente me siento triste casi todos los días, desesperada, buscando entretención de cualquier cosa que me la brinde, el celular, streaming, personas, falsos amantes. Pero ¿qué le paso a mi respeto por el aburrimiento? la devoción a mi misma, a mi mente, a mi tiempo. 

Un día de esta semana empece a tomarme las micro dosis que antes consumía pero con el estomago lleno, realmente solo quería tener dentro de mi un símbolo de paz a ver si a lo mejor contagiaba a todas mis células y me hacía sentirla. Pues entonces almorcé, pase con agua la píldora, organice mi apartamento, y al final agotada me acoste a hacer una siesta. En el limbo entre el sueño y la realidad nació una imagen. Un payasito trapecista haciendo equilibrio en una balanza, sin embargo, no podía quedarse en el centro porque había algo así como unos barrotes, solo podía saltar de extremo a extremo hasta que lo que sea que manejara los barrotes se diera cuenta que estaba preparado para existir simplemente en el centro, en la armonía de dos extremos. 

Quiero vivir en el punto central entre la vida material y la vida inmaterial. Quiero dejar de ser arrogante,   xxxx dice que la gente arrogante siempre cree que todo es por y para ellos, que se dan mucha importancia y que por eso le dan esa misma importancia a cosas que nadie en su sano juicio le importaría. También quiero volver al aburrimiento, a la curiosidad y al conocimiento en el que sus solo propósito es nutrir mi alma y mi trabajo, un trabajo que si me hace sentir orgullosa a mí, es suficiente. Más que nada quiero dejar las pantallas lo más que pueda, ¿no nos damos cuenta que nos estamos envenenando? 


Envigado, Antioquia.


En fin.

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